Thursday, September 07, 2006

Cierta vez se produjo un incendio en un bosque en el que se encontraban muchos cerdos. Estos se asaron. Los hombres, acostumbrados a comer carne cruda, atraidos por el sugerente aroma los probaron y los hallaron exquisitos. Luego, cada vez que querían comer cerdos asados, prendían fuego a un bosque hasta que descubrieron un nuevo método.
(Exatraido y modificado de la adaptación del relato de Charles Lamb sobre el lechón asado y su origen tradicional en China)

Así cuenta una antigua leyenda, pero que paso cuando “Juanito el chilenito” trató de cambiar el sistema???????

Una vez que la gente supo de este fenomenal descubrimiento solo quería probar esta carne de cerdo asada, lo que llevo a que se corriera la voz y aumentara el nivel demandado del nuevo producto. Para paliar la nueva problemática hubo que contratar gente que se especializó en ciertas tareas ocupando los cargos de “criadores de cerdo”,“incendiarios”, “productores de bosque”, los cuales tenían la importante misión de conocer como la diversidad forestal podía afectar el sabor del cerdo asado; etc. Luego estos puestos tuvieron que subdividirse en post de una producción eficiente, así aparecieron los técnicos incendiarios zona norte, sur, etc. supervisados por el respectivo Ingeniero Civil mención física incendiaria.

En un comienzo el asunto parecía marchar bien, sin embargo el aumentar las cantidades industriales de bosques que se incendiaban, la faena comenzó a descontrolarse, los cerdos a
veces quedaban crudos y otras se carbonizaban por completo, sin pasar por alto que la tasa de crecimiento de los bosques era inferior a la tasa de quema. No dudaron los expertos (que a esas alturas ya contaban con una serie de especializaciones en las universidades más “prestigiosas” del mundo) en hacer las evaluaciones pertinentes del caso y dentro de los resultados se llegó a la conclusión de que gran parte de lo que ocurría era causado por la “indisciplina de los cerdos” que no permanecían quietos donde debía ser, la inconstante naturaleza del fuego tan difícil de controlar, el exceso de humedad en el suelo y el servicio de informaciones meteorológicas que no acertaban con el lugar, momento y cantidad de lluvias.
Las causas eran –como se ve– difíciles de determinar porque en verdad El Sistema para asar cerdos era muy complejo: se había montado una gran estructura; una gran maquinaria, con innumerables variables, se había institucionalizado. Ya no se dividían los técnicos incendiarios solo por zonas, sino que además en nocturnos, diurnos, con especialización matinal o vesperal, incendiador de verano, de invierno (con disputas jurisdiccionales sobre el otoño y la primavera y por supuesto no faltaban los que se declaraban incompetentes). También estaban los especialistas en vientos. Había un director general de Asamiento y Alimentación Asada, un director de Técnicas Incendiarias (con su Consejo General de Asesores), un administrador general de Forestación Incendiable, una Comisión Nacional de Entrenamiento Profesional en Porcología, un Instituto Superior de Cultura y Técnicas Alimentarias (el ISCYTA) y el CODRIO (Consejo Orientador de Reformas Incendio-Operativas).
Había especialistas en Europa y en los EE.UU. estudiando la importación de las mejores maderas, árboles, cepas, semillas, de mejores y más potentes fuegos, estudiando ideas operativas (por ejemplo: cómo hacer pozos para que en ellos cayeran los cerdos). Había además grandes instalaciones para conservar los cerdos antes del incendio, mecanismos para dejarlos salir en el momento oportuno, técnicos en su alimentación.

En el ultimo congreso importantes personalidades sugerían eran por ejemplo: aplicar triangularmente el fuego luego de raíz cuadrada de n . 1 por velocidad de viento sur; soltar los cerdos quince minutos antes que el fuego promedio del bosque alcanzara 47º C; otros decían que era necesario poner grandes ventiladores que servirían para orientar la dirección del fuego, muy pocos de los expertos estaban de acuerdo entre sí, y cada uno tenía investigaciones y datos para probar sus afirmaciones.

Un día Juanito( el mismo que en todos los chistes agarra pal guebeo a la profesora), un encendedor de bosques especialidad sudoeste, diurno, matinal, mención en verano lluvioso, dijo:

- El problema es mucho más fácil de resolver. Nos ahorraría mucho trabajo si primero se matara al cerdo elegido, se lo limpiara y cortara adecuadamente y se lo pusiera en un enrejado metálico o armazón sobre unas brasas hasta que por efecto del calor y no de la llama se encontrara a punto.

–¿Matar? –exclamó indignado el Administrador de Forestación. ¿Usted es gueón o se hace?
–¡Cómo vamos a hacer que la gente mate! Ahora el que mata es el fuego. ¿Nosotros matar? ¡Nunca!
Enterado el director general de Asamiento, lo mandó a llamar. Le preguntó: ¿qué cosas raras anda diciendo por ahí señor Juan avispado?, y luego de escucharlo, le dijo:
–Lo que usted dice está bien, pero solo en teoría. No va a andar en la práctica. Más aún, es impracticable. Veamos, ¿qué hace usted con los especialistas en viento, en el caso de que se adopte lo que sugiere?
–No sé –respondió Juan.
–¿Dónde coloca los encendedores de las diversas especialidades?
–No sé.–¿Y los especialistas en semillas, en maderas? ¿Y los diseñadores de establos de siete pisos, con sus nuevas máquinas limpiadoras y las perfumadoras automáticas?
–No sé.
–Y a los individuos que han ido al extranjero a perfeccionarse durante años, y cuya formación ha costado tanto al país, ¿los voy a poner a limpiar cerditos?
–No sé.
–Y los que se han especializado todos estos años en integrar congresos y seminarios y jornadas para la reforma y mejoramiento de El Sistema, si lo suyo resuelve todo, ¿qué hago con ellos?
–No sé.
–¿Se da usted cuenta ahora de que la suya no es la solución que necesitamos todos? ¿Usted cree que si todo fuera tan simple no la hubieran hallado antes nuestros especialistas? ¡A ver! ¿Qué autores dicen eso? ¿Qué autoridad puede avalar su sugerencia? ¡Usted se imagina que yo no puedo decirles a los ingenieros de vientos que es cuestión de poner brasitas sin llama! ¿Y qué hago con los bosques ya preparados, a punto de ser quemados, que solo poseen madera apta para el fuego-en-conjunto, cuyos árboles no producen frutos, cuya escasez de hojas hace que no sirvan para sombra? ¿Qué hago? ¡Dígame!
–No sé.
–¿Ha visto? Usted lo que tiene que traer como solución es cómo hacer mejores porcólogos, cómo conseguir más rápidamente encendedores del oeste, cómo hacer establos de ocho pisos o más, en lugar de solo siete como ahora. Hay que mejorar lo que tenemos y no cambiarlo. Tráigame usted una propuesta para que nuestros becarios en Europa cuesten menos, o cómo hacer una buena revista para el análisis profundo del problema de la Reforma del Asamiento. Eso es lo que necesitamos. Eso es lo que el país necesita. ¡A usted lo que le falta es sensatez, Sentido-Común! Dígame, por ejemplo, ¿qué hago con mi buen amigo (y pariente) el presidente de la comisión para el Estudio para el Aprovechamiento Integral de los Residuos de los ex Bosques?
–Realmente estoy avergonzado- dijo Juan, le pido mil disculpas
–Bueno. Ahora que conoce bien el problema, no vaya por ahí diciendo que usted lo arregla todo. Ahora ve que el problema es más serio y no tan simple como se imaginaba. Uno desde abajo y desde afuera dice, pero hay que estar adentro para conocer el problema y saber las dificultades. Ahora, entre nosotros, le recomiendo que no insista con lo suyo porque podría traerle dificultades con su puesto. ¡No por mí! Yo se lo digo por su bien, porque yo lo comprendo, pero, usted sabe, puede encontrarse con otro superior menos comprensivo; usted sabe cómo son, a veces ¿eh?...


Y ese fue el aporte de Juanito en la historia del cerdo asado.

No se por que me tinca que a nosotros también nos están cagando